El río Guadiana cierra sus ojos

04 julio 2017

2 de julio de 2017
Fuente: ABC
Nota: Miguel Mejías Moreno

El río Guadiana es uno de los ocho grandes ríos de la Península Ibérica. Tiene una longitud de 852 kilómetros, incluida la parte portuguesa, resultando por su longitud el cuarto río en importancia de España, tras el Tajo, Ebro y Duero. Recorre, en su parte española, territorios de Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, hasta su desembocadura en Ayamonte (Huelva), haciendo frontera con Portugal.

Foto: IGME, tomada de ABC

El nacimiento del río Guadiana ha dado lugar a notables controversias a lo largo de la historia. Su supuesta capacidad para «aparecer y desaparecer» siguiendo un trazado subterráneo que vuelve a surgir en los Ojos del Guadiana, en el término municipal de Villarrubia de Los Ojos (Ciudad Real), ha despertado la curiosidad de la ciencia desde la antigüedad.

Esta singularidad ha dado lugar a dos hipótesis en relación con su origen: la primera, la que considera un solo río que nace en las lagunas de Ruidera, se infiltra en la Llanura Manchega y vuelve a aparecer en los Ojos del Guadiana, después de recorrer parte de su trazado de manera subterránea; y la segunda, la que establece que son dos ríos diferentes que discurren por una zona con una intensa relación entre aguas superficiales y subterráneas.

En realidad, se puede establecer un origen diferente para cada uno de los dos tramos fluviales mencionados. Por un lado, estaría el tramo de río que nace en Campo de Montiel, denominado Alto Guadiana, o río Pinilla en su primera parte del recorrido, que desemboca en la más alta de las lagunas de Ruidera, la laguna Blanca, formando posteriormente al resto de lagunas, y continuando su recorrido infiltrándose por la Llanura Manchega.

Por otro lado, en el paraje de los Ojos del Guadiana se produce el rebosamiento, la salida de agua subterránea, del Sistema Acuífero 23 en las zonas más deprimidas, donde la topografía corta al nivel freático. Esto da lugar a una serie de manantiales que van incrementando el caudal del río, y que constituyen el nacimiento del río Guadiana.

De manera que los Ojos del Guadiana se pueden definir como un conjunto de manantiales que, en régimen natural, antes del intenso aprovechamiento de los recursos hídricos subterráneos del Sistema Acuífero 23 desde los años setenta del pasado siglo, salpicaban el área del nacimiento del río constituyendo pequeñas depresiones topográficas en las que surgía el agua subterránea. Este discurría hacia su confluencia con el Cigüela y, en los aproximadamente 15 kilómetros que recorría hasta su encuentro, en las márgenes y en el propio cauce iban surgiendo «manaderos» que aportaban sus aguas al río, constituyendo un singular entramado de aguas superficiales y subterráneas.

Desecación de los Ojos

El caudal del río Guadiana en esta parte de su curso alto variaba en función del periodo climatológico. El valor medio anual desde su nacimiento hasta la estación de aforo de Zuacorta era de unos 66 hectómetros cúbicos/año, para la serie temporal 1914/15-1940/41. Esta situación comienza a modificarse a partir de la implantación del plan de desecación de humedales del año 1956, pero no es hasta finales de la década de los 70 del pasado siglo cuando los regadíos agrícolas intensivos generan un descenso que modifica progresivamente la dinámica regional del flujo subterráneo, hasta que se produce la desecación total de los Ojos del Guadiana a partir de 1983.

Los Ojos del Guadiana permanecieron secos durante casi 30 años, hasta enero de 2012, cuando, como consecuencia del intenso periodo climatológico húmedo 2009-2013, se detecta la presencia de encharcamientos en la llanura de inundación del río. Posteriormente, desde la primavera de 2013, comienza un periodo con escorrentía superficial, que es controlado mediante aforos directos realizados por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en el molino de El Nuevo, a unos 7 kilómetros de la confluencia de los ríos Gigüela y Guadiana, alcanzando un 20% del caudal medio.

Desde entonces, el caudal del río Guadiana fue descendiendo, hasta quedar seco en los meses de agosto a octubre de 2016, para volver a producir una pequeña escorrentía superficial que se mantuvo hasta mayo de 2017. En el momento de escribir estas líneas, finales de junio de 2017, el caudal del río Guadiana en el molino de El Nuevo es nulo, aunque todavía se produce una ligera entrada de agua al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel por el molino de Molemocho, aguas abajo de El Nuevo, que, lamentablemente, irá desapareciendo según avance el verano de 2017.

Así, se puede decir que el río Guadiana ha vuelto a cerrar sus ojos. En las márgenes de su cauce ya no se podrán observar los curiosos burbujeos que salían de la tierra y aportaban el agua subterránea al río. Y es muy probable que, si no se produce pronto otra secuencia climatológica húmeda, los Ojos del Guadiana permanezcan secos, cerrados, por otro largo periodo.

No cabe más que esperar que la climatología, las medidas de planificación hidráulica y la concienciación de los usuarios de las aguas subterráneas vuelvan a hacer del río Guadiana, a su paso por La Mancha, como refería Cervantes, «el río en el que no haya barco ni barca capaz de cruzarlo».

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