La crisis del agua de la Ciudad de México
Cuando una tormenta se abate sobre la Ciudad de México, la lluvia no sólo cae, sino que insiste. Comienza a media tarde como un ligero golpeteo sobre ventanas y parabrisas, después arrecia con una precipitación vespertina que convierte los salpicones en charcos, hasta que finalmente –mediante un clímax nocturno de truenos y relámpagos que caen desde los distantes volcanes– el aluvión borbotea por el desagüe y las hondonadas, hasta convertir el goteo sobre los riachuelos en torrentes bajo los túneles. Las inundaciones sirven para recordar el orden natural de las cosas: el agua es oriunda de aquí.